Se llamaba Soledad y estaba sola...
sumergida en un mundo donde todos eran desconocidos
en un mundo de nubes grises
y sombras que no desaparecían;
lugar donde no embonaba...
pieza defectuosa de un rompecabezas
que no cabía en ningún lado;
por más que limara sus aristas
por más que tratara.
Amaba los días de lluvia
por que entre esas gotas, nadie notaba su llanto
y se sentía comprendida por el universo;
siempre vestía de negro
para guardarle luto a si misma
y al amor que murió sin haber nacido
sonreía muy poco,
y hablaba menos,
su voz era apenas un débil trino de ave herida.
Fue un día de lluvia
cuando la muerte le guiño el ojo
y le susurro al oído un "te necesito"
Soledad, ávida de amor
se dejo seducir por sus murmullos
por sus vanas promesas.
La nada la acompañaba
y era celestina de la muerte.
Un día de lluvia...
Soledad se reunió con su destino
se fue entre besos envenenados
con una sonrisa en los labios
y el mundo... no notó su ausencia.
Vicky Arizpe B. (Sayuri)
Triste poema nos presentas mi querida Vicky
ResponderEliminarpero de una cruda realidad, Cuantas almas
solitarias, transparentes ante los ojos de
los demás pasan sin que nadie lo note por
la vida, y así mismo se van... sin que nadie
se de cuenta. Nos dejan reflexionando y con
una mala conciencia tus versos.
Un abrazo grande querida Poeta.
Efectivamente, Soni, hay tantas personas que sufren en silencio y que simplemente no nos percatamos de ello, a veces por egoismo, por creer que nuestros problemas son "enormes" cuando en comparacion a estas almas heridas... no son nada!
EliminarUn abrazo para ti Sonia y como siempre muchas gracias por tus palabras y tu visita. Besos!